miércoles, 17 de diciembre de 2008

EL ATRACO

- Pardo, necesito que acuda a mi casa cuanto antes.- La voz de Don Emilio transmitía una mezcla de autoridad y preocupación.

Conduje rápido hasta la urbanización de lujo donde residía la familia Fonollosa. Don Emilio me estaba esperando, pasamos a un despacho donde encendió la televisión. Me explicó que el vídeo había sido grabado por las cámaras de seguridad de una relojería situada en la milla de oro, de la que Don Emilio era socio. En la pantalla aparecieron las clásicas imágenes del comercio en blanco y negro. De repente, irrumpen cuatro encapuchados, dos de ellos portando rifles, los otros revólveres. Atrancan la puerta y, a empujones, arrinconan a los clientes y empleados en una esquina. Uno de ellos levanta de la corbata al encargado y se lo lleva a la trastienda, mientras otros dos revientan los expositores y vacían las cajas. Al poco el encargado reaparece con el atracador portando una bolsa con lo que parece un buen botín. Puñetazo en el vientre del encargado y los ladrones salen a escape, mientras la plantilla acude a socorrer al pobre hombre. Total de la incursión: tres minutos treinta y cuatro segundos. Al pobre Don Emilio le estaban creciendo los enanos pero era buena señal que siguiera confiando en mí para resolver sus problemas.

- La cinta la trajo la policía hará unas dos horas.

- ¿Le han comentado si tienen ya algún sospechoso?

- Mi hija Valeria. Argumentan que el atraco no habría podido llevarse a cabo de no conocer muy bien el terreno. Y es cierto que Valeria conocía bien la tienda. Afirman que los ladrones incluso conocían a los empleados por su nombre.

- Demonios. ¿Y cuál es su opinión?

- Pardo, un padre conoce bien a sus hijos y sé que Valeria es exactamente esta – señaló con su dedo a uno de los enmascarados de la pantalla.- Por supuesto no le he contado nada a la policía, pero estoy seguro de que es ella. ¿En qué se ha metido esta chiquilla?

- En un feo asunto Don Emilio– dije por tirarme, el rollo aunque no tenía ni idea.- Ahora he marcharme. Hay que tomarle la delantera a la pasma.