martes, 30 de diciembre de 2008

AMNESIA

Aquella noche tuve mi propia epifanía. Resolví el caso o encontré la pista que me llevaría a hacerlo. La anotación "CASO CERRADO" en mi cuadernillo no dejaba lugar a dudas. Sin embargo, de nada sirve una buena iluminación cuando tu cerebro está fuera de foco.

Al amanecer del día siguiente, tirado en el suelo del despacho, no recordaba nada de la maldita Nochebuena. Durante los días siguientes, dediqué bastante tiempo intentando reconstruir mis pasos pero todo fue inútil. Indagué en los garitos habituales pero no me había dejado caer por allí. Tampoco había señales de actividad en mi teléfono móvil, ni movimientos en mi tarjeta del banco que me pusieran sobre la pista de mi pista. Ya es mala suerte, la que uno se busca.

Una jornada más, regresaba desnortado hacia mi apartamento cuando recibí una llamada:

- Capullo ¿hasta cuándo vas a esperar para resolver el misterio Valeria?

Era Mario Bravo. Me explicó que nos encontramos en la calle la noche del 24 y que estuvimos bebiendo hasta tarde. Que me contó que se acordaba a menudo de mí pues en su pueblo se cruzaba con una chavala sorprendentemente parecida a Valeria, pero que era absurdo pues la chica residía en una granja, en los alrededores del pueblo, donde se dedicaban a la agricultura e impartían terapias nuevaoleras. Aunque Mario pensaba que era el último lugar donde se refugiaría un personaje como Valeria Fonollosa, yo me mostré excitado y agradecido. Saqué mi cuaderno y apunté algo y que prometí visitarlo en los días siguientes.