martes, 24 de marzo de 2009

CAUTIVERIO

Aún ahora, no podría cuantificar correctamente los días posteriores a mi captura recurriendo a mi memoria. Debido a las sustancias que me administraban, me encontraba en un estado vaporoso, carecía de preocupaciones a pesar de encontrarme maniatado y por momentos, amordazado. Mi existencia se disolvía como una bruma y apenas tomaba consciencia de mi ser cuando alguno de los esbirros de la Shepard venía a darme una suerte de papilla adulterada con sicotrópicos que me ponía a flotar de nuevo. Experimentaba una anormal empatía por los habitantes de la Granja. Me sometieron a interrogatorios a los que me entregué sin oponer la menor resistencia. Canté que, al contrario de lo que suponían, no era policía y que trabajaba para el padre de Valeria. Para mantenerme aún más desconcertado y premiar mi comportamiento sumiso, Angeline Shepard, colaba en mi habitáculo a alguna de sus concubinas. Teníamos sexo pausado con la extraña sensación de no ser protagonista del encuentro, como un sujeto pasivo que disfrutara del acto desde varios metros por encima del catre. Todo ello con el fin de impedir que mi ego recuperara los mandos de mi cabeza.

Poco a poco desarrollé cierta tolerancia a aquella droga. Habían pasado varios días y comencé a recuperar sensaciones. Lo primero fueron unas terribles ganas de fumar, después tomé conciencia del peligro que corría y desapareció mi simpatía hacía los integrantes de la secta. Aunque no había informado a nadie de mis indagaciones, me extrañaba que mi amigo Mario no se alarmara por mi ausencia; más tarde entendería por qué.

Cada vez que me alimentaban, me provocaba arcadas con objeto de eliminar la mayor cantidad de droga. Fingía aspecto de colgado igual que los días anteriores, intentando no levantar sospechas y recuperar mis neuronas para urdir un plan. No acertaba a entender porque me mantenían con vida cuando era evidente que mi fuga desbarataría toda su organización. Desde mi cubículo descubrí que los yogures y las hortalizas eran el menor de los negocios de aquella granja. Observé a un individuo de aspecto extranjero que venía con frecuencia a retirar su pedido. El principal activo de la granja era la exportación de hongos a todas luces alucinógenos.